martes, 9 de octubre de 2012

La trata de seres humanos: Un sistema de protección insuficiente


La reciente aprobación de la Estrategia de la UE para la erradicación de la trata de seres humanos (2012-2016), adoptada por la Comisión europea, nos permite constatar el largo camino que todavía queda por recorrer para el establecimiento de una política de lucha contra la trata coherente y efectiva.

La trata de seres humanos es la esclavitud del siglo XXI[1], convirtiéndose la lucha contra este delito en un objetivo prioritario para todas las organizaciones internacionales. Así lo ha reconocido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su sentencia Rantsev contra Chipre y Rusia, de 7 de enero de 2010, al reconocer que la trata de seres humanos entra en el ámbito de aplicación del artículo 4 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que prohíbe la esclavitud y los trabajos forzados, estando los Estados obligados a establecer medidas tendentes a tipificar como delito esta conducta, a investigar los casos y a perseguir a los tratantes judicialmente, otorgando protección a  las víctimas.

En el ámbito supranacional, el punto de partida, fue la adopción de importantes instrumentos internacionales en los que se delimita la trata de seres humanos de otros fenómenos afines, principalmente del tráfico ilícito de personas o la ayuda a la inmigración irregular, como el Protocolo de Naciones Unidas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas especialmente mujeres y niños[2], y el Convenio europeo (convenio nº 197) sobre trata de personas del Consejo de Europa[3]. Este Convenio se ha convertido en el instrumento internacional más completo en materia de trata de seres humanos, pues sus disposiciones se refieren a la prevención, persecución y sanción del delito, así como a la cooperación entre los diversos actores involucrados en la lucha contra la trata, y también a la asistencia y protección de las víctimas, todo ello bajo un enfoque basado en los derechos humanos. También en el seno de la Unión Europea, conforme a estos instrumentos internacionales, se adoptó importante normativa al respecto, como la  Decisión Marco 2002/629 del Consejo, de 19 de julio, relativa a la lucha contra la trata de seres humanos, actualmente derogada por la Directiva 2011/36 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 5 de abril de 2011, relativa a la prevención y lucha contra la trata de seres humanos y a la protección de las víctimas debe, y la Directiva 2004/81/CE, de 29 de abril relativa a la expedición de un permiso de residencia a nacionales de terceros países que sean víctimas de la trata de seres humanos o hayan sido objeto de una acción de ayuda a la inmigración ilegal que cooperen las autoridades competentes[4]. Debe enfatizarse que esta normativa vincula al Estado español y fija las directrices que ha de seguir en su actuación.

A pesar de los numerosos avances que se han producido en los últimos años en la lucha contra este fenómeno delictivo, así como en la protección de las víctimas, son todavía muchos los retos que el Estado debe abordar para adoptar una política integral de lucha contra la trata de seres humanos, que no olvide la protección de las víctimas y garantice sus derechos.


El 6 de abril de 2013 finaliza el plazo para la transposición de la Directiva 2011/36 sobre trata de seres humanos, pero son pocos los pasos que está realizando el Estado para su implementación en el ordenamiento jurídico español. Parece olvidarse, que la Directiva aborda el tema de la trata de personas, al igual que lo hace el Convenio europeo, desde una perspectiva de los derechos humanos de la víctima y no sólo desde el punto de vista represivo, introduciendo una serie de obligaciones dirigidas a la asistencia y apoyo a las víctimas, haciendo especial hincapié en las particularidades de las víctimas menores, en la prevención del delito y en una persecución efectiva de los tratantes. La trata de seres humanos no sólo es un problema desde la perspectiva de la delincuencia organizada y del control migratorio, sino, y principalmente, es una flagrante vulneración de los derechos humanos.

En España, al margen de la correspondiente reforma del Código Penal en el año 2010, que introdujo un nuevo precepto, el artículo 177 bis, en el que se tipifica de forma autónoma el delito de trata de personas y la reforma de la Ley de extranjería, en 2009 y 2011, que estableció un régimen especial para las víctimas de este delito (art. 59 bis); mínimas son las actuaciones adoptadas en aspectos preventivos y de carácter procesal. Así como inexistente es el establecimiento de mecanismos especiales de protección de las víctimas menores de edad. La actuación del Estado, como suele ser habitual, parece haberse centrado en la mera tipificación del delito y en la reforma de la legislación de extranjería para introducir un régimen especial para las víctimas, que si bien formalmente parece cumplir los estándares internacionales, su eficacia en algunos aspectos parece discutible, a la luz del reciente Informe de la Defensora del Pueblo La trata de seres humanos en España: víctimas invisibles. No es que estos mecanismos no sean fundamentales para luchar contra la trata de personas, pero sí, que son claramente insuficientes.

Todavía son muchas las obligaciones que le quedan por cumplir al Estado español, dirigidas a implementar todos los mecanismos de protección dirigidos a las víctimas de trata de seres humanos a los que está obligado. Estas deficiencias, no siempre normativas, obligan a analizar las medidas ya adoptadas y, sobretodo, su eficacia.

La aprobación, el 12 de diciembre de 2008, del Plan Integral de Lucha contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, en el que se planteaba, en ámbitos muy diversos, las acciones a realizar, entre ellas la reforma de importantes leyes para garantizar la asistencia social y jurídica de las víctimas, se ha mostrado claramente insuficiente. El ámbito de aplicación de este Plan se reduce a la trata de personas con fines de explotación sexual, obviando otros fines de la trata como la explotación laboral, la mendicidad o la extracción de órganos. Y, lo que es peor, la falta de aplicación de muchas de sus disposiciones lo ha convertido en una mera declaración de principios y objetivos. No se ha procedido a la reforma de la Ley de testigos protegidos ni a su desarrollo reglamentario, para otorgar una protección real a las víctimas que deciden testificar en el proceso penal; ni siquiera cuando la propia Fiscalía General del Estado en su memoria de 2012 la califica como “patentemente deficiente e incluso contraproducente”. Tampoco se ha modificado la Ley 35/1995 o su Reglamento, el Real Decreto 783/1997, de 23 de mayo, sobre Ayudas a las Víctimas de Delitos Violentos y contra la Libertad Sexual, que impide a las víctimas de trata en situación irregular acceder a estas ayudas, ni se ha creado el Fondo de bienes decomisados procedentes del delito de trata de seres humanos. 

Es necesario, un plan que incluya todas las finalidades de explotación si se quiere dar una respuesta global al fenómeno, con independencia de la posterior adopción de protocolos o planes que tengan en cuenta las particularidades propias que cada tipología y de las propias víctimas. La explotación laboral es la gran olvidada, en gran parte, por su falta de visibilidad, pero la ausencia de medidas destinadas directamente a la misma únicamente intensifica el problema. Otro ejemplo lo encontramos en el Fondo de Ayuda a las víctimas de trata, mediante el cual se articula la convocatoria anual de subvenciones públicas destinadas a proyectos de atención y ayudas sociales a mujeres víctimas de trata de seres humanos con fines de explotación sexual, dejando al margen a aquellas entidades sin ánimo de lucro que atienden a víctimas de otras modalidades de trata de seres humanos.

La prevención de la trata de personas es una asignatura pendiente, implica abordar las causas de dicho fenómeno y no sólo sus consecuencias. Es necesario adoptar acciones dirigidas a conocer los aspectos criminológicos del fenómeno. Son imprescindibles las medidas dirigidas a desalentar y disminuir la demanda, mediante campañas de información y concienciación, programas de educación e investigación, con la colaboración de la sociedad civil y del propio sector privado. El Gobierno de España, al margen de unirse a campañas de lucha contra la trata de personas organizadas por instancias internacionales y de la realizada para el control de los anuncios de contactos en prensa escrita, no ha llevado a cabo en los medios de comunicación a nivel nacional ninguna campaña dirigida a sensibilizar a la población ni a informar sobre el fenómeno. En este sentido, nada se ha analizado sobre la posibilidad, recogida en el Convenio europeo y en la propia directiva, ni siquiera para descartarla, de sancionar penalmente el uso de los servicios de las víctimas de trata de seres humanos.

El conocimiento en profundidad del fenómeno exige la existencia de datos que pongan de manifiesto su magnitud en nuestro país, el modus operandi de las redes, las formas de captación, traslado y explotación que permita adoptar medidas eficaces. Si bien se han incorporado módulos específicos en el programa estadístico del Ministerio del Interior y del CICO, a nivel general no es posible extraer datos fiables y comparables a lo largo de los años sobre el fenómeno de los Informes anuales sobre delincuencia que elabora el Ministerio del Interior ni de los Boletines estadísticos que elabora el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.  

Si bien es cierto, que la reforma de la Ley de Extranjería debe ser valorada positivamente al instaurar un régimen especial para las víctimas de trata de seres humanos, que prevé medidas dirigidas a garantizar su restablecimiento y protección, y a regularizar su situación en el territorio si se encuentran en situación irregular o facilitar el retorno asistido, su vinculación con la irregularidad es excesiva. También es cierto que la fase de identificación de las víctimas es uno de los graves problemas con el que nos encontramos. Si no hay una correcta identificación de la víctima o potencial víctima no se activarán los mecanismos previstos en el ordenamiento, convirtiendo en papel mojado todas las disposiciones previstas, y dejando a la víctima en una situación de total vulnerabilidad.

Tanto la Ley de extranjería y posteriormente el Reglamento que la desarrolla, así como el Protocolo Marco sobre Protección de Víctimas de Trata, han dejado pasar la oportunidad de regular la necesaria cooperación entre administraciones públicas y las ONG especializadas, fuertemente sensibilizadas y formadas en el tema. Y ello a pesar de la remisión reglamentaria que la propia Ley de extranjería realiza. La larga experiencia de estas organizaciones en la asistencia a las víctimas debería ser aprovechada por las administraciones públicas en favor de una adecuada identificación y correcta atención a las víctimas.

La legislación de extranjería se refiere de forma constante a la formación de los funcionarios y autoridades. Es una exigencia que esta formación se generalice a todos aquellos funcionarios que puedan entrar en contacto con potenciales víctimas de trata y no únicamente a aquellos miembros de unidades policiales especializadas en la investigación de este tipo de delitos. Todos aquellos miembros de la Administración que por razón de las funciones desempeñadas puedan entrar en contacto con las víctimas, (miembros de la Oficina de Asilo, puestos fronterizos, centros de internamiento de extranjero, inspectores laborales, funcionarios de prisiones…) deberían recibir una formación especializada que les permitiese detectar a potenciales víctimas.

La identificación es un proceso complejo que necesita de capacitación técnica especializada. La existencia de unas pautas para la realización de la entrevista con la víctima y de una lista de indicadores objetivos para su identificación (anexos del Protocolo Marco de Protección de las víctimas de Trata de Seres Humanos) es esencial pero no suficiente, pues la correcta utilización de esos indicadores exige de una preparación por parte de quien va a realizar la entrevista. No deberían utilizarse estos indicadores como un mero test o preguntas aisladas, es necesaria una preparación previa de la víctima y atender al comportamiento de la misma, entre otras variables. Así, en muchas ocasiones, los problemas de identificación de potenciales víctimas provienen principalmente de la falta de formación y capacitación especializada, así como de la ausencia de recursos personales y materiales necesarios para proceder a efectuarla (ausencia de intérpretes o de espacios habilitados para llevar a cabo de forma cómoda la entrevista con las víctimas). 


Otra de las cuestiones pendientes, esta vez en materia de persecución de los tratantes, se refiere a la investigación y consecución de pruebas incriminatorias. Es esencial que el proceso penal no dependa en exclusiva de la colaboración y testimonio de las propias víctimas. Para ello, tal y como recuerda la Comisión Europea, es fundamental fomentar la investigación financiera para la obtención de pruebas. La investigación de las actividades delictivas complementarias desarrolladas por los tratantes y la cooperación judicial y policial internacional son esenciales para este fin. Sin olvidar, la necesidad de llevar a término las pertinentes modificaciones en la Ley de Enjuiciamiento criminal para evitar la victimización secundaria de la víctima, facilitando, entre otras, el uso de la prueba testifical preconstituida y anticipada o de medios tecnológicos que garanticen la seguridad de víctima.

Todavía más preocupante, es el hecho de que la propia protección de las víctimas se condicione a la colaboración con las autoridades policiales y/o judiciales, al vincularse la autorización de residencia y trabajo de las víctimas de trata de personas a dicha cooperación en la persecución del delito. No obstante, la ley de Extranjería de acuerdo con el Convenio europeo, prevé la posibilidad de otorgar una autorización de residencia y trabajo a aquellas víctimas cuya situación personal lo aconseje. El problema radica en la indeterminación de esa situación personal, pues no se ha concretado el contenido ni las circunstancias que se valorarán para la concesión de la autorización por ese motivo. Prueba de ello es que todas las autorizaciones concedidas a víctimas de trata de seres humanos en 2011, fueron únicamente por colaboración judicial o policial de las víctimas (exactamente, 58).

No queda más que concluir que es mucho el camino por recorrer y esperar que las dificultades económicas que vivimos en la actualidad no supongan un olvido de las víctimas ni un retroceso en el sistema de protección y asistencia que paso a paso se ha ido introduciendo en nuestro ordenamiento.



Celia Díaz Morgado
Becaria FPU del Departamento de Derecho Internacional de la UB




[1] Resolución de la Subcomisión de prevención de discriminaciones y protección a las minorías 1995/165 “informe del grupo de trabajo sobre las formas contemporáneas de la esclavitud”
[2] BOE núm. 296, 11 de diciembre de 2003.
[3] BOE núm. 219, 10 de septiembre de 2009.
[4] DOUE 6 de agosto de 2004.

jueves, 4 de octubre de 2012

Català i immigració: acollida lingüística


El domini de la llengua i la millora constant de les competències lingüístiques és un element clau d’una acomodació exitosa i una garantia de la integració sociolaboral i cultural dels nouvinguts a la societat receptora. És un fet que recullen documents oficials referents a la política d’integració de les persones immigrades a la Unió Europea[1], el reflex dels quals es pot trobar en els plans de gestió de la diversitat del Govern de Catalunya dels anys 2005-2009 i 2009-2012, i també en l’aprovada l’any 2010 pel Parlament de Catalunya Llei d’acollida de les persones immigrades i retornades. Als documents esmentats es prioritza l’aprenentatge de la llengua catalana amb l’objectiu de fer-ne la llengua vehicular de les persones de diversos orígens culturals immigrades amb intenció d’acomodar-se a Catalunya.

En concret, a la Llei d’acollida, es parla de l’obligació d’assolir les competències lingüístiques en les dues llengües, tant en català com en castellà, per part de les persones immigrades usuàries del servei de primera acollida. Això sí, es fixa l’aprenentatge del català davant del castellà: “l’aprenentatge lingüístic ofert pels serveis de primera acollida comença per l’adquisició de les competències bàsiques en llengua catalana”. Respecte a les qüestions pràctiques, no es parla d’un nombre determinat d’hores obligatòries per assolir un nivell adequat de la llengua, no obstant això, s’expressa la necessitat d’aprovar un reglament amb un nivell lingüístic de referència mínim, com a resposta a les recomanacions establertes pel Consell d’Europa. És interessant esmentar aquest punt perquè en altres països de l’espai europeu comú, es dona una creixent importància als anomenats contractes d’integració, requisit principal dels quals és l’assoliment de competències lingüístiques a partir d’un nombre determinat de classes de llengua o llengües del país receptor, utilitzant-les com a referents de la integració a efectes d’expedició o renovació de les autoritzacions de residència i/o reagrupament familiar. Aquest no és exactament, però, el cas català, tot i que hi ha una certa aproximació a la idea.

Quina llengua cal acreditar per tal d’obtenir els certificats d’arrelament?

Des del juny del 2011, data d’entrada en vigor del nou Reglament de la Llei de drets i deures d’estrangers el 30 de juny de 2011, la Generalitat de Catalunya intervé en el procés d’expedició dels anomenats certificats d’arrelament social, imprescindibles per sol·licitar l’autorització de residència temporal. i hi intervé establint els criteris que pretenen ser “compartits i homogenis” per agilitar el procés d’acreditació de la integració que són els següents: el coneixement de les llengües oficials, el coneixement de la societat d’acollida i el coneixement del mercat laboral. Fins fa poc per obtenir aquest document, a més de l’acreditació de temps de permanencia al territori i dels mitjans de vida, es demanava la certificació de coneixement de les llengües oficials sense detallar criteris homogenis sobre de quina llengua o llengües es tractava i com se n’avaluava el coneixement. Recordem que a Catalunya les llengües cooficials són el català, el castellà i l’aranès a la Vall d’Aran. Per aquest motiu, el marge d’interpretació de la normativa podia ser força extens. 

A partir d’una consulta aleatòria de les pàgines informatives dels ajuntaments de diversos municipis de Catalunya es comprova la dificultat d’esbrinar si es tractava d’acreditació del coneixement de només una de les dues llengües o de les dues llengües oficials, ni com s’avalua el fet de tenir o no tenir certificat d’una de les llengües. 
Per exemple, a la informació de l’Ajuntament de la ciutat de Barcelona, que és el marc del nostre estudi, fins fa poc s’hi podia trobar una nota on consta que el coneixement de les llengües oficials es pot acreditar amb títols de llengua espanyola o catalana o original de títol de la matrícula de les llengües d’ús. Mentrestant, als ajuntaments de les comarques on l’ús del català és més present com, per exemple, la Garrotxa, el Berguedà o Tarragona, a la informació s’hi destaca en primer lloc el fet de conèixer la llengua catalana. Són petits matisos però creiem que tenen una certa rellevància: el fet d’enfocar la importància del coneixement del català, en primer lloc es correspon força amb el mapa dels usos lingüístics a les comarques catalanes: on l’ús del català com a llengua habitual és relativament alt es destaca en primer lloc el català i on l’ús és proporcionalment més baix es parla del coneixement d’una de les dues llengües.


L’ús del català entre els ciutadans immigrats de l’Europa Central i de l’Est

L’any 2011 vam realitzar un estudi pilot sobre les competències lingüístiques i experiències en aprenentatge de les llengües catalana i castellana de 71 persones immigrades dels països d’Europa Central i Oriental acollides pels Serveis Socials de la ciutat de Barcelona els anys 2004-2011. El motiu principal de recollir les experiències de les persones de l’anomenada Europa de l’Est, dels països exsatèl·lits o dels exintegrats de l’antiga URSS va ser contrastar la realitat del col·lectiu amb les percepcions dels professionals de l’àmbit social i dels tècnics d’immigració autòctons sobre l’adaptació sociocultural de persones de l’Est: una impressió generalitzada de ser un col·lectiu de relativament fàcil integració lingüística i cultural. L’objectiu final va ser observar les competències lingüístiques reals i les motivacions per estudiar la llengua catalana en un marc territorial tan complex pel que fa als usos lingüístics com és la zona municipal de Barcelona. Les experiències relacionades amb la millora de les competències lingüístiques i amb les actituds vers l’aprenentatge del català de les persones acollides pels Serveis Socials les vam contrastar amb els resultats del qüestionari realitzat la Maria Gassiot l’any 2010 a 100 participants dels cursos de català bàsic, organitzats pel Consorci per a la Normalització Lingüística al districte de Nou Barris de la ciutat de Barcelona.
Les experiències de l’àmbit d’acollida sociolaboral a la ciutat de Barcelona, han posat en evidència que existeixen dificultats objectives en la realització de fer del català la llengua vehicular de la immigració. La seva promoció i l’ús depenen, d’una banda, de les particularitats de la distribució territorial dels usos lingüístics, i de l’altra, dels sectors d’inserció laboral de la immigració econòmica i del seu estatus ocupacional. Els relats recollits a les entrevistes realitzades entre els usuaris dels Serveis Socials de Barcelona demostren que és imprescindible vincular estretament l’aprenentatge de la llengua en el context del treball, sobretot en el cas de les persones d’origen extracomunitari que no tenen dret a acollir-se als programes oficials d’integració sociolaboral, com ara el PIRMI, i la seva situació econòmica o disposició d’horaris no permet dedicar-se a l’estudi de la llengua en un curs. Una opció alternativa a un curs de llengua és el programa de voluntariat lingüístic. Els nostres entrevistats, interrogats sobre la possibilitat d’aprenentatge de la llengua catalana en parelles lingüístiques, han avaluat aquesta opció de manera positiva com la que pot garantir la millor feina i que s’ajusta més a les seves necessitats i els estalvia l’estrès de participar en un curs organitzat.

Pel que fa a les actuacions previstes en el programa PIRMI, vam observar que seria més àgil la inserció sociolaboral o al menys el seu resultat en termes qualitatius seria més alt, si s’integrés la formació lingüística bàsica en els cursos de formació professional sense esperar que la persona beneficiària primer adquireixi el coneixement bàsic de la llengua i després passi a formar-se professionalment. Podria ser un projecte viable en el context de la immigració procedent d’Europa Central i Oriental que acostuma presentar un perfil ben format o professionalment qualificat al qual, en molts casos, s’ha d’afegir només coneixements lingüístics molt vinculats a l’entorn laboral. Al mateix temps és imprescindible fomentar la formació continuada centrada en la millora de competències lingüístiques en català als llocs de treball. Pot servir d’exemple el programa PROFIT (Programa Orientat a la Formació Integral dels Treballadors), endegat l’any 2008 i la promoció del qual s’esmenta al Pla de Ciutadania i Immigració 2009-2012 i que s’adreça al sector de serveis (comerç, restauració, hoteleria, pastisseria). Aquest programa, realitzat en col·laboració amb el CPNL, ofereix cursos de formació lingüística adaptats a la disponibilitat horària dels treballadors i organitzats preferentment al lloc de treball. Les dades del 2008 -2010 demostren que al menys en el cas dels col·lectius procedents dels països d’Europa Central i Oriental el seu impacte va ser mínim. Tot i això, en les seves bases el programa és una idea molt bona i digna de fomentar tant pel que fa al nombre d’hores lectives (de moment són només 20) com als sectors d’ocupació.
Sens dubte, com més alt és el coneixement de la llengua del país, més bona és la integració al món laboral de la persona immigrada (Gutiérrez et al. 2009), de fet a l’estudi d’experiències lingüístiques de les persones acollides als Serveis Socials no hem trobat cap persona que tingui el català com a llengua de comunicació amb autòctons probablement perquè tots els entrevistats tenien relativament un baix estatus ocupacional (encara que la seva formació d’origen era alta). Tot i això els pares dels fills escolaritzats tenien molta consciència que el català és una garantia d’un millor estatus professional dels fills. Els participants de l’enquesta realitzada per Gassiot (2010) presenten, encara més, aquesta consciència que el català pot ser un “ascensor” social. 
Cal tenir en compte que a Catalunya i a la ciutat de Barcelona en particular, s’ha apostat per un model d’integració bidireccional que hauria de donar lloc a una nova cultura comuna que és catalanoparlant i alhora sensible a la diversitat lingüística. Tot i això, aquesta reciprocitat no té prou impacte o prou presència en la percepció dels col·lectius immigrats. És rellevant tenir en compte la percepció de l’altre i l’altre, al menys en el cas de les persones nouvingudes de l’anomenada Europa de l’Est, sembla seguir una dinàmica de funcionament al païs receptor que representa més aviat un model multicultural. És a dir, viure al costat de la cultura autòctona, respecant-la segons els codis de respecte del país d’origen, òbviament, mantenint la identitat cultural i lingüística pròpia sense gaire necessitat de compartir-la amb la societat receptora. Precisament en el cas de les persones que emigren per motius econòmics, sobretot a l’inici del procés migratori, el tipus de relacions que es busca amb la societat autòctona té un caràcter més aviat instrumental: darrere la decisió d’integrar un o altre aspecte de la identitat cultural autòctona, ja siguin coses petites com ara un ritus de salutació o d’acomiadament, ja siguin coses més grans com ara l’opció d’aprendre en primer lloc el català, sempre hi ha una inquietud pràctica, de “quin profit en puc treure”, d’això, per millorar la meva situació social i laboral. Potser a l’hora de dissenyar les polítiques d’acollida i d’integració lingüística dels nouvinguts s’haurien d’explorar més aquests motius pràctics o instrumentals per a l’aprenentatge de la llengua catalana.

 

 

Agnieszka Mejnartowicz
Coodirectora del Master Inmigración UB
Professora del departament de lingüística general-Filologia eslava

 




[1] Les referències al coneixement i l’ensenyament de llengua del país receptor es poden trobar al Manual sobre integració per a responsables de l’elaboració de polítiques i professionals de la Direcció General de Justícia, Llibertat i Seguretat de la Comissió Europea presentat el novembre del 2004 i als aprovats el mateix any Principis bàsics comuns per a la política d’integració d’immigrants a la Unió Europea.