Eduard Sagarra Trias
Abogado. Presidente de la
Asociación para las Naciones Unidas
en España
Profesor Derecho
Internacional UB - ESADE
Vaya por delante que
nunca he pretendido ser agorero ni adivino, pero hace mas de treinta años que
sostengo que la Inmigración, en general y la “inmigración irregular” en
particular - que algunos Ministros y Presidentes de gobierno aún la califican
injustamente de “ilegal”, criminalizando así a quienes son sólo inmigrantes, pero no delincuentes -,
no es un problema porque no tiene solución. Y digo que no es un problema cuando
se pretende solucionar con un enfoque, exclusivamente militar, policial o
político, a todas luces ineficaz; ya que es una “situación” que la
sociedad y la Unión Europea ,en su conjunto, debe de asumir, concienciarse,
afrontar con racionalidad, medios y no a bandazos y dependiendo de intereses
coyunturales.
Los problemas se solucionan mientras que las situaciones,
buenas o malas, se asumen y afrontan, sino degeneran y es difícil de atajarlas.
No afrontar o asumir esta continua situación
inmigratoria, como la están enfocando, aún hoy, España y Europa, es como
intentar matar moscas a cañonazos, sin abordar una posible aproximación al
hecho imparable del arribo masivo de inmigrantes por tierra mar o aire. Los
acontecimientos luctuosos de Lampedusa o Ceuta y presión migratoria en
frontera, no son ni nuevos ni esporádicos para los países de la rivera norte
del Mediterráneo, como son España, Italia, Grecia o Malta, pero sin embargo, lo
parecen en pleno 2014,. Nos sorprenden y lo que es peor, parecen no se
previenen por nadie, en el siglo de las nuevas tecnologías, donde nada se
esconde y todo se sabe.
Sinceramente a
nuestros gobernantes y representantes políticos les falta una dosis muy grande
de realismo global geográfico-demográfico y una visión de futuro, a corto y
medio plazo de cómo es el mundo y como lo será en un futuro. ¿Se pueden poner
puertas al campo o impedir militarmente la afluencia masiva de Inmigrantes?
Seamos realistas, los inmigrantes subsaharianos o que huyen de las guerras,
solo son personas que lo único que pueden perder en el intento de entrar en la
tierra prometida, es su vida. Para nosotros, en la rica Europa de los Derechos
humanos, la vida vale mucho, para ellos es, lamentablemente,
su único patrimonio y vale muy poco.
La pretensión de poner
periódicamente puertas y vallas en la frontera sur del Mediterráneo sin la
colaboración activa de las autoridades de la otra parte de la frontera
(Marruecos, Túnez o Libia) es una tarea
ímproba y es más, ¡España e Italia lo saben desde hace décadas! Europa sabe
perfectamente que en el “mundo mundial”
globalizado, ya no hay puertas, puertos,
ni fronteras, y por el contrario cada dia se incrementa un mayor subdesarrollo,
miseria, pobreza, corrupción, explotación, nuevas tecnologías de la información, móviles y,
sobre todo, mucha hipocresía o falta de coherencia por parte de la
sociedad de los Estados miembros de la UE y de las
propias Instituciones Europeas.
Pero todos, sin
ninguna excepción, sabemos incluso lo saben los partidos políticos españoles y
europeos, que en los países origen de donde parten impunemente estos
inmigrantes sobran guerras, dictaduras, corrupción, explotación, intereses
económicos manifiestos, y sobretodo espontaneidad en la huida pues son terreno
abonado para las mafias traficantes de seres humanos, que las provocan y se
enriquecen.
Cuanto mayor falta de
coordinación en una falsa política común europea sobre la inmigración (regular
e irregular), o mientras no se acuerde en el Congreso español “un pacto de Estado para afrontar la inmigración irregular “,
mayor será el beneficio que obtengan las
redes de estos “negreros” “o “verdaderos traficantes de esclavos”
(¡La oscarizada película “12 años de esclavitud” no es ficción aquí en el
Mediterráneo!).
Las mafias no son solo
de allá, sino que sobretodo están aquí donde
teóricamente somos los
civilizados, ricos, cargados de principios, libertades y valores basados en el
cumplimiento del derecho, de las Constituciones, de la ley y de una inatacable
legalidad. La mafias no tienen fronteras ni vallas; explotan a los inmigrantes
y a sus familias indistintamente en
origen y destino, lleguen o no lleguen. ¿No lo sabemos o no lo queremos saber?
¿Pero por qué está pasando lo que está sucediendo en
Lampedusa, Malta, Melilla, Ceuta, Canarias o Algeciras?
A continuación,
desgranaré algunas constataciones o consideraciones personales que, adelanto, son obvias,
sencillas, pedagógicas pero confío sean comprensibles y entendedoras para todos los públicos. También les
adelanto que si bien no solucionan el drama humano de los inmigrantes ni el miedo a la inmigración masiva, que la
población autóctona tenemos, si que deberían darnos unas pautas de actuación de
la sociedad en su conjunto y de sus
políticos (que para esto han sido elegidos) para garantizar su adecuación o
eficacia a la que yo denomino “situación
o alud inmigratorio permanente”.
Primera: Ni España, ni Italia
ni Grecia, pueden afrontar por si solas o con buenas palabras la actual y la
previsible inmigración irregular. Es imprescindible urgente y necesaria una
verdadera política común migratoria de
la Unión Europea y no solo tener una política acordada de asilo europea como hasta hoy. La falta de
políticas migratorias comunes favorece la inmigración irregular y más
explotación. Las mafias lo saben, actúan y se lucran en consecuencia, sin
necesidad de Tratados ni leyes democráticas ni respeto a ninguna libertad o
derecho.
Segunda: La política europea
debe de contemplar no solo la vigilancia de las costas o del mar y dotar de
efectivos militares, policiales, tecnológicos en los puntos conflictivos de llegada de los inmigrantes irregulares, sino financiar económicamente y
coadyuvar con las medidas que las
autoridades de los países ribereños como España, tienen que afrontar: No sólo
las fuerzas de Orden público (Guardias Civiles o Policía Nacional), sino la
seguridad de los nacionales y ciudadanos europeos (de Ceuta, Melilla o
Lampedusa), de sus bienes y de su propia libertad.
Tercera : Es imprescindible
que Europa, y por tanto España, y sus autoridades garanticen un trato digno a los
inmigrantes irregulares sin perjuicio de aplicar con rigidez las medidas y
garantías que están previstas en un Estado de derecho así como en la
tramitación de las devoluciones, expulsiones, rechazo en frontera o
prohibición de entrada. Las fuerzas de seguridad del Estado deben de actuar con
rigor disciplina y efectividad, sin perder los nervios pero con órdenes
precisas como debe ser en un Estado democrático de Derecho.
Cuarta. Europa y la Unión
Europea se fundamentan en el derecho y
en la Ley; en valores y en principios;
por ello la correcta aplicación o garantía efectiva de los derechos humanos que
tanto preconizamos en nuestras Constituciones, Tratados de la Unión, Cartas de
Derechos fundamentales y Convenciones, en defensa del Derecho internacional de
los derechos humanos, no son teóricos, sino que su aplicación efectiva cuesta
mucho dinero. Garantizar la seguridad jurídica en un sistema democrático no es
barato económicamente.
Dicho coste, resulta
evidente que en una organización supranacional a la que España pertenece UE, no
puede correr a cargo solo del presupuesto del Estado español. El derecho de
defensa, la dignidad en el trato, la asistencia letrada, la gratuidad de la defensa,
la traducción, la no discriminación o la
arbitrariedad, y el respeto a los derechos humanos, en cualquier actuación
policial, es una responsabilidad que
incumbe a toda la Unión no solo a España o Italia. El respeto a la ley, para todos y por todos, es
caro, muy caro económicamente y es
evidente que debe sufragarse por todos los Estados de la Unión.
Quinta: En el ámbito interno
español, debemos erradicar la criminalización de una necesaria e imparable
inmigración. No es tolerable que los partidos políticos mayoritarios en el
Congreso se culpen mútuamente o lo hagan
servir como arma arrojadiza o atribuyan responsabilidades sobre sus políticas
de gobierno a los “otros”. Es
imprescindible una política única de Estado, apartidista, y urgente, para regular
todos los aspecto de la inmigración y de su acomodación en el tejido social y
humano español. Política y medidas que abarcan desde las fuerzas de seguridad
fronterizas, Centros de internamiento CEI, atención sanitaria, vivienda, justicia , educación, idiomas,
enseñanza de valores imprescindibles a respetar por los llegados y que son
propios de nuestra sociedad o costumbres, y en general buscar la integración,
acomodación evitando la marginalidad y los guetos. Es decir prever las
secuencias desde que entran en el territorio- regular o irregularmente- hasta
que salen voluntariamente, forzados o
son expulsados.
Sexta: Persecución implacable y
encarnizada, sin tregua ni excusa de las mafias que facilitan, transportan a
las personas irregulares y cuyo negocio es, hoy por hoy, más rentable e impune
que el tráfico de estupefacientes. Las mafias conocen las debilidades y
flaquezas del sistema europeo de afrontar (o no afrontar) la inmigración y
actúan en consecuencia. Cualquier desliz en este sentido, por parte de las
autoridades españolas o de la Unión, se convierte en una “plus valía “y beneficio del negocio para las mafias.
Séptima: La única salida a la
afluencia masiva de personas que buscan la libertad, o un medio de subsistencia
digno para ellos o sus familias, es la cooperación internacional, la ayuda al
desarrollo y la coordinación de Europa y sus estados en una correcta seria y
tutelada política de inversiones en los países de origen. En especial, debemos
velar -como sociedad civil- que nuestros
gobiernos e Instituciones no apoyen a los dictadores, se lucren con el tráfico
de armas, no fomenten o participen de la corrupción ni, mucho menos, favorezcan la explotación de aquellos pueblos
por sus gobernantes. Sin un control de esta financiación y tolerancia cero con los alzamientos militares
y dictadores, todas las medidas y ayudas son dinero perdido. Es una
contradicción que nos opongamos a regímenes dictatoriales próximos, pero
toleremos y financiemos, bajo la excusa de favorecer el comercio europeo y la
balanza de pagos, a los dictadores africanos o asiáticos.
Octava: El miedo “al
distinto” y al pobre, al desfavorecido,
es una expresión palpable en nuestra la sociedad de acogida, somos realmente
muy solidarios como pueblo y ciudadanía, pero no se refleja e el trato a los recién llegados, a quienes incluso se les
niega la asistencia sanitaria universal. ¿Se han percatado de la cara de
ilusión que hacen los que han saltado las verjas de Ceuta y Melilla, vistiendo
la camiseta del Barça a pesar de estar heridos por las cuchillas y alambradas
que intentaban impedir su entrada. En los medios vemos que van ¡gozosamente!
hacia los saturados CIES. No se sienten responsables de haber cometido ningún
delito ni quebrantado ninguna ley. Parecen niños traviesos como si hubieran jugado al juego de escondite o al “pilla pilla” con la Guardia Civil y no les hubieran pillado. Todos
tienen cara de ilusión, a sabiendas de que
seguramente serán expulsados a muy corto plazo. La ilusión por un rato
de libertad (incluso dentro de los centros de internamiento) o simplemente
tener garantizado el comer alguna vez al
dia y no ser explotados, es para ellos ¡un paraíso en la tierra!
Contra esta dramática
realidad es muy difícil, que podamos
combatir. El mismo hecho y el trato que
para nosotros es denigrante, para ellos es
paradisiaco.
Novena: Si realmente Europa
considera que no puede aceptar mas inmigración, y cierra a cal y canto sus
fronteras como defiende la Sra. Lepen y muchos otros partidos que se llaman
“europeístas” de derechas, deberíamos de cambiar la Constitución, los tratados
de la Unión, nuestras leyes, nuestros valores y nuestros principios. Y en su
caso, consecuentemente reservar, “a cara
de perro y sin vergüenzas” aquellas
libertades y derechos tan difícilmente conseguidos tras años de lucha,
solo para quienes tengan un pasaporte de un Estado. Según la extrema derecha de
los Frentes Nacionales el cierre de fronteras y negación del derecho al trabajo
alcanza también a los europeos. Están en
los programas de aquellos partidos que concurren a las elecciones Europeas, con
la cabeza muy alta y con posibilidades de ganar en sus circunscripciones.
Preconizan -como lo ha refrendado Suiza
hace unos días- el cierre de fronteras pero no a los extracomunitarios, sino
incluso a los ciudadanos comunitarios.
A los legisladores se
les incrementara mucho trabajo para tener que limitar, con urgencia, la
eficacia y validez de los derechos y libertades - que llamábamos hasta ahora
“humanas”- para que sean solo y
únicamente a los “nuestros nacionales”.
Décima: Debemos ser
conscientes al prever nuestros presupuestos, política económica, crecimiento y
Tratados de estabilidad (¡mal de todos los males en España!) y del control del
déficit europeo, que si no destinamos una partida muy importante de nuestra
riqueza (¿un tercio o más?) a la ayuda al desarrollo y a la maltrecha cooperación internacional, que
es imprescindible para que no vengan
(pero no mediante las armas y buques de guerra) la tarea será inútil, ineficaz
y el dinero empleado perdido.
Conclusión:
La Unión y sus 28
países miembros deben afrontar y acordar una política común europea de
extranjería y prevención de la
inmigración irregular realista y costosa; una lucha sin cuartel contra la corrupción y contra las
mafias, pero sobretodo una política de cooperación y ayuda eficaz al desarrollo
con los países de origen. Cualquier otra política es dar palos de ciego
ineficaz y peligroso que se nos volverán en nuestra contra.
Y llego finalmente y
sin embargo a afirmar que mi exposición no es ni será nueva ni imprevista. Es lo que yo
denomino simplemente un “código de
evidencias u obviedades”. Pero precisamente por ello, Europa no puede renegar de sus principios, de
sus valores y de su sistema jurídico basado en el Estado de derecho.
Si así fuera ya no sería Europa ni la Unión Europea.
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